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sábado, 21 de julio de 2012

EXHIBEN EN WASHINGTON CÉLEBRES FIGURAS MAYAS DE JAINA


HECHAS PARA EL VIAJE AL INFRAMUNDO

*** HINA/JAINA, EL PORTAL AL INFRAMUNDO se presenta en el Instituto Cultural de México en Washington, EU, e incluye LAS FIGURILLAS que acompañaban a los muertos en su “paso al más allá”

*** LA ISLA DE JAINA, ubicada en la costa norte de Campeche, FUE CONSTRUIDA ARTIFICIALMENTE POR LOS MAYAS PREHISPÁNICOS A MODO DE CENTRO CEREMONIAL




LA ISLA DE JAINA, ubicada en la costa norte de Campeche, FUE CONSTRUIDA ARTIFICIALMENTE POR LOS MAYAS PREHISPÁNICOS A MODO DE CENTRO CEREMONIAL; ahí se han hallado gran cantidad de entierros de infantes con ofrendas, compuestas por varios objetos, entre los que destacan las célebres figuras de arcilla que se elaboraban para acompañar a los difuntos en SU “CAMINO AL MÁS ALLÁ”, y que son piezas estelares de una exposición que se presenta actualmente en el Instituto Cultural de México en Washington DC, en Estados Unidos.

Con el título HINA/JAINA, EL PORTAL AL INFRAMUNDO, dicha muestra organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), exhibe 58 piezas arqueológicas, 42 de las cuales se presentan al público por primera vez, y proceden de la Bodega de Bienes Culturales del Centro INAH-Campeche. El resto pertenecen a los museos de Arqueología Maya de Hecelchakán y Fuerte de San Miguel, de esa entidad.

Presentada a petición de la Embajada de México en EU, con el fin de difundir la grandeza y el esplendor de la CIVILIZACIÓN MAYA, la exposición ofrece un panorama de LA RIQUEZA ARQUEOLÓGICA DE JAINA —localizada a 40 km al norte de la ciudad de Campeche—, que tiene la particularidad de haber sido construida artificialmente; mide mil metros de largo por 800 de ancho, aproximadamente.

El centro ceremonial de JAINA O HINA tuvo su auge entre los años 600-700 d.C., en el periodo Clásico Tardío; a partir de investigaciones arqueológicas, ahí se han encontrado gran cantidad de entierros humanos con ricas ofrendas, compuestas por vasijas, herramientas líticas y las singulares figurillas, además de restos de estelas grabadas con inscripciones jeroglíficas, y de vestigios de edificios estilo Puuc (serrano).

El coordinador de la curaduría de la muestra, el antropólogo Marco Antonio Carvajal Correa, detalló que además de explicar la función de la zona arqueológica y el significado de las figurillas que formaban parte de las ofrendas funerarias, la exposición también refiere al entorno del sitio, en particular de los manglares, árboles que LOS ANTIGUOS MAYAS VINCULABAN CON EL INFRAMUNDO.

El director de Museos del INAH en Campeche explicó que la exposición se divide en siete módulos; comienza con EL ENIGMA DE HINA/JAINA, que detalla su ubicación geográfica y las características de dicho asentamiento prehispánico, conformado hace 1,400 años. Durante más de cinco siglos la isla artificial cumplió con SU FUNCIÓN DE CENTRO CEREMONIAL Y FUNERARIO.

El segundo apartado, titulado COSTUMBRES FUNERARIAS MAYAS, aborda el sentido de los numerosos enterramientos humanos que se sucedieron al paso de los siglos, así como sus respectivas ofrendas, en las que destacan las figuras de arcilla con representaciones antropomorfas y zoomorfas, algunas asociadas a la música, pues han sido identificadas como flautas, silbatos o sonajas.

“Algunas de ellas, de excepcionales cualidades estéticas, retratan a individuos de manera realista en sus actividades cotidianas; otras son representaciones de dioses o gobernantes, y algunas más semejan FLORES DE TALLO LARGO DE DONDE EMERGE UN PERSONAJE al que se le identifica con EL DIOS DEL MAÍZ. En la exposición se detalla el significado iconográfico de estas figuras para los MAYAS”, señaló el antropólogo del INAH.





 
Mencionó que estas figurillas han sido estudiadas por la investigadora de la UNAM, Francisca Zalaquett, quien las ha investigado desde el punto de vista musical, y su función como instrumento para “LLAMAR A LAS ALMAS DE LOS FAMILIARES DIFUNTOS” en los días en los que se les rendía culto. “Hay toda una TRADICIÓN RELIGIOSA en ese sentido, lo que acrecienta la idea que se tiene de JAINA COMO UNA ISLA MUY ENIGMÁTICA”.

MITOS Y COSMOGONÍA DE LA CREACIÓN A TRAVÉS DEL MAÍZ, es el tercer núcleo temático en el que se explica la forma en que los campesinos mayas almacenaban el maíz. “Las mazorcas eran depositadas en una especie de cama conformada por capas de mazorcas y de cal viva colocadas sucesivamente; este sistema les permitía conservar el grano hasta por tres años”.

La siguiente sección, Características constructivas de LA ISLA HINA, detalla cómo fue realizada esta obra de ingeniería y cuál era su función. “LOS HABITANTES DE JAINA acarrearon gran cantidad de toneladas de sascab (piedra caliza molida), mediante canoas y cayucos que recorrieron canales abiertos entre los manglares, para construir la isla y tener un lugar de ENTERRAMIENTO SAGRADO, y donde se han encontrado hasta cinco niveles de entierros en menos de dos metros de profundidad”.

COSTUMBRES FUNERARIAS EN HINA es otro segmento de la muestra que alude a los enterramientos y su relación con el inframundo, donde el manglar adquiere un significado metafórico. “EN LA COSMOVISIÓN MAYA, todo lo que se sumerge tiene relación con el inframundo, por lo que el manglar, durante las temporadas en las que permanece bajo el agua, es parte de ese ámbito, aunque también se le confiere un sentido de renacimiento, pues todo lo que está enterrado volverá a florecer”.

Artefactos varios recuperados en la isla y NUEVAS HIPÓTESIS SOBRE LA FUNCIÓN DE JAINA, son las dos últimas secciones en que se divide la muestra y en las que se explica EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LA ISLA, “al parecer fue producto de un error ortográfico, porque su nombre antiguo es Hina, palabra que hace referencia al lugar que los campesinos mayas construían en sus patios para almacenar el maíz”.

Asimismo, el antropólogo Marco Antonio Carvajal comentó que la exposición busca también dar a conocer al público los nuevos planteamientos sobre LA ISLA DE JAINA, derivados de investigaciones más recientes. “Se ha escrito mucho sobre este asentamiento prehispánico, pero una gran parte es producto de estudios hechos décadas atrás; actualmente, a partir de estudios actuales, se empieza a dudar de las aseveraciones que se hacían, como el considerarla una ciudad de pescadores, cuando no hay vestigios de viviendas. AHORA LO QUE SE PLANTEA ES QUE ERA UN CENTRO CEREMONIAL”.

La muestra, abierta desde mayo pasado en la capital estadounidense, continuará en exhibición hasta el 15 de septiembre en el Instituto Cultural de México en Washington. En la parte curatorial también colaboraron los investigadores Armando Anaya y Lorena William Beck, de la Universidad de Campeche, así como Stanislaw Iwaniszewski, profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

lunes, 16 de julio de 2012

ALISTAN APERTURA DE ZONA ARQUEOLÓGICA EL CÓPORO



El Cóporo; La zona arqueológica se desarrolló entre el 200 y el 900 d.C.

***  En días próximos abrirá este SITIO PREHISPÁNICO DE GUANAJUATO; será el noveno que se dispone al público en este sexenio y el cuarto en esa entidad

*** La puesta en valor del lugar, que tuvo su apogeo hace mil 500 años, es resultado de un proyecto arqueológico con enfoque social y ecológico, desarrollado durante siete años

En días próximos, abrirá en Guanajuato una nueva zona arqueológica, EL CÓPORO, que se distingue de otros sitios habilitados en ese estado por su arquitectura desarrollada hace mil 500 años; su puesta en valor para disfrute del público requirió de la implementación de un proyecto con enfoque social y ecológico, toda vez que este SITIO PREHISPÁNICO se halla sobre las laderas y la cima del cerro del mismo nombre.

EL CÓPORO será el noveno sitio prehispánico abierto en este sexenio, y el cuarto en el estado de Guanajuato. A diferencia de las zonas arqueológicas de Plazuelas, Peralta y Cañada de la Virgen, ligadas a la Tradición del Bajío, esta zona arqueológica del noroeste de esa entidad, está vinculada culturalmente a LA TRADICIÓN DEL TUNAL GRANDE, que integra asentamientos del occidente de San Luis Potosí, suroeste de Zacatecas, y Los Altos de Jalisco.

Éste y otros aspectos se han ido develando gracias al proyecto arqueológico, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), que se ha desarrollado a lo largo de siete años, y que ha tenido el apoyo del Gobierno del Estado de Guanajuato y del Ayuntamiento de Ocampo.

Carlos Alberto Torreblanca, coordinador del proyecto arqueológico, dio a conocer que el carácter interdisciplinario de esta iniciativa ha permitido saber que EL CÓPORO se desarrolló entre mil 800 y mil 100 años atrás (200-900 d.C.), e inclusive conocer el medio ambiente que prevalecía en ese entonces, el cual era muy distinto al paisaje semidesértico actual.

Plaza del Ocaso, donde se efectuaban rituales abiertos con la participación de un gran número de personas

El Cóporo será el noveno sitio prehispánico abierto en este sexenio, y el cuarto en el estado de Guanajuato

La puesta en valor del lugar es resultado de un proyecto arqueológico con enfoque social y ecológico, desarrollado durante siete años

En el Centro de Atención, en su primera fase, contará con una sala introductoria para exhibir gráficamente los resultados de siete años de trabajo continuo

El futuro visitante comenzará su recorrido por el sitio en las partes bajas del cerro, en donde se encontraban las habitaciones de la gente común, para después pasar a UN CONJUNTO CÍVICO-CEREMONIAL CONOCIDO COMO LA PLAZA DEL OCASO, donde se efectuaban rituales abiertos con la participación de un gran numero de personas.

Sin embargo, el ascenso mismo —explica el arqueólogo del Centro INAH Guanajuato— marca una separación entre el ámbito público y el privado, y desde el área conocida como PUERTO DEL AIRE, comenzaba una ruta de peregrinación hacia un espacio más exclusivo, ubicado en la cima del cerro (de 156 m de altura), llamado precisamente EL CÓPORO. Este trayecto, es justo el que expresa el enfoque ecológico del proyecto.

Durante la temporada de lluvias, como ocurre en estos meses y hasta septiembre, las cactáceas —entre las que hay 16 variedades de nopal— muestran un verdor inusual, y manantiales y arroyos se encuentran llenos. De acuerdo con Carlos Torreblanca, varios de estos cuerpos de agua fueron venerados y explotados en la época prehispánica.

Para apreciar mejor este escenario —flanqueado por paredones de roca erosionados por el viento, que da lugar a formas caprichosas—, se diseñaron varios miradores y áreas donde las personas no aptas para continuar el recorrido hasta la cúspide, puedan permanecer, pues el paisaje es un espectáculo por sí mismo.

Según los estudios paleobotánicos, detalla el experto del INAH, el ecosistema que prevaleció entre 200 y 900 d.C., cuando estuvo habitado EL CÓPORO, dista mucho del semblante semidesértico que muestra hoy en día. Investigaciones hechas en los años 60 en EL CÓPORO, sugerían que hubo cambios climáticos que derivaron en el paisaje que se observa ahora.

“A partir de 2005, nuestro proyecto intentó corroborar o descartar esta hipótesis. Análisis de polen y de madera evidenciaron que el Valle de Ocampo, donde se asienta EL CÓPORO, era bosque de pinos y encinos en áreas cercanas a la Sierra de Santa Bárbara y a cuerpos de agua, y después había manchones menores, quizá de cactáceas.

“También se recuperaron restos de maíz, calabaza, amaranto, tomatillo, frijol, chile, lo que formaba parte de la dieta básica de los antiguos visitantes. Cerca de las áreas de cultivo se encontraban las pequeñas aldeas. Estos recursos se enviaban a la ciudad, donde eran controlados y seguramente distribuidos por un cacique a toda esa región, el Valle de Ocampo”, detalló el coordinador del Proyecto Arqueológico El Cóporo.

Para apreciar mejor este escenario, flanqueado por paredones de roca erosionados por el viento, se diseñaron miradores

El visitante comenzará su recorrido en las partes bajas del cerro, donde se encontraban las habitaciones de la gente común, para después pasar a un conjunto cívico-ceremonial conocido como la Plaza del Ocaso

El paisaje es un espectáculo por sí mismo

Conjunto cívico ceremonial. Diseño de la Galería: Página Web, con fotos de Héctor Montaño / INAH.

Aunque LOS ANTIGUOS POBLADORES DE EL CÓPORO Y SUS DOMINIOS —controlaba 29 asentamientos menores— modificaron el ecosistema precisamente para su sustento, el cambio más radical de éste se dio durante la Colonia, cuando la minería requirió la explotación de grandes áreas boscosas para obtener madera, lo que provocó un proceso de desertificación y la aparición de una vegetación dominada por mezquites, huizaches y nopales.

“Fue muy importante comprender EL ESCENARIO GEOGRÁFICO en que se desarrollaron esas sociedades prehispánicas, pero también ver la evolución del paisaje, la vegetación, la flora y la fauna, en el periodo histórico y el contemporáneo, de modo que ahora también entendemos la vida cotidiana de San José del Torreón, que es la comunidad más cercana a la zona arqueológica.”

“En San José del Torreón aún persisten casas con el sistema constructivo tradicional de muros de adobe, chimenea, techos de tejamanil, si bien han comenzado a edificar viviendas con materiales más modernos. En el ámbito religioso, la comunidad celebra a su santo patrón cada 19 de marzo, a estas festividades acuden personas de la región, así como los migrantes”, dijo Torreblanca.

ESTA LÍNEA DE TIEMPO —que atraviesa las épocas prehispánica, colonial, y los siglos XIX y XX, hasta llegar al nuevo milenio, en la región del Valle de Ocampo— también se mostrará en el Centro de Atención de Visitantes de El Cóporo, que en su primera fase contará con una sala introductoria, donde se exhibirán gráficamente los resultados de siete años de trabajo continuo.

domingo, 8 de julio de 2012

CURSO DEL CÓDICE BORGIA


EXPLICAN USO DEL CALENDARIO PREHISPÁNICO DE 260 DÍAS

 
***  En el Museo Nacional de Antropología, los sábados de julio se estudiarán LOS CÓDICES DEL GRUPO BORGIA, cuyo contenido refiere al uso de dicho SISTEMA DE CUENTA DEL TIEMPO

*** A partir de ESE CALENDARIO, LOS PUEBLOS ESTABLECÍAN LOS CICLOS DE LA NATURALEZA, INTERPRETABAN SUEÑOS, PROGRAMABAN GUERRAS Y FIESTAS, Y HASTA SABÍAN LA COMPATIBILIDAD DE UNA PAREJA

CONSIDERADOS DOCUMENTOS RELIGIOSOS Y ADIVINATORIOS, mediante los cuales los antiguos habitantes de Mesoamérica realizaban la cuenta del tiempo, el conjunto de CÓDICES DEL GRUPO BORGIA será analizado todos los sábados de julio en el Museo Nacional de Antropología, a través de un curso que ayudará a entender el CALENDARIO DE 260 DÍAS que se usó en la época prehispánica, al que alude esta serie de pictografías.

La actividad sabatina, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), revisará los documentos pictográficos de este corpus, entre los que se hallan los códices Borgia, Cospi, Fejérvary-Mayer, Laud y Vaticano B, que datan de la época prehispánica y cuyo contenido marca la cuenta y nombre de los días.

El curso “permitirá comprender el calendario mesoamericano de 260 días, un sistema muy complejo que a las sociedades mesoamericanas les permitía conocer los ciclos de la naturaleza, las hazañas de los antepasados, los nombres secretos de los dioses, interpretar los sueños, programar las guerras, realizar curaciones, organizar las fiestas, predecir el futuro y hasta conocer la compatibilidad de una pareja para el matrimonio”, informó Ana Díaz, doctora en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México, quien impartirá la actividad.

Estos códices, añadió, son documentos pictográficos que narran EL ORIGEN DEL COSMOS y recrean “la más fabulosa historia protagonizada por dioses, hombres y todo tipo de criaturas”. Además, cada fecha en particular estaba influida por deidades, tales como “LOS NUEVE SEÑORES DE LA NOCHE, LOS TRECE SEÑORES DEL DÍA O AVE DE LAS TRECE VOLÁTILES, TODAS ESTAS FUERZAS INTERACTUABAN PARA CADA FECHA”.

La historiadora explicó que EL CALENDARIO PREHISPÁNICO DE 260 DÍAS: TONALPOHUALLI; está dividido en 20 trecenas, es decir, 20 semanas de 13 días, y puede ser considerado como “UNA FOTOGRAFÍA DEL MUNDO, LA FILOSOFÍA Y EL PENSAMIENTO anterior a la conquista española”.

Además, abundó, dicho calendario asignaba una fecha, que se obtenía combinando 20 signos de los días (asociados cada uno a una deidad específica) y un numeral del 1 al 13 — representado por puntos—, de tal suerte que durante todo el año ritual no se repetía una fecha. Además, ESTE SISTEMA RELACIONABA LAS FECHAS CON LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES Y LAS FASES LUNARES.

Ana Díaz refirió que los CÓDICES DEL GRUPO BORGIA contienen escenas pictográficas, que incluyen series de deidades y criaturas míticas que interactúan en espacios fantásticos. También muestran rituales asociados con fechas específicas, como sacrificios y ofrendas; secuencias únicas en su género que muestran la creación del mundo, el nacimiento de los días, bailes, juegos de pelota y escenas mánticas o de adivinación.




“El curso sabatino es una introducción a UN SISTEMA MUY COMPLEJO DE CONCEBIR Y MEDIR EL TIEMPO, completamente diferente al del mundo occidental. LAS HERRAMIENTAS PARA MEDIR EL TIEMPO, COMO LOS CALENDARIOS, SERVÍAN A LA CLASE GOBERNANTE PARA EJERCER EL PODER, eran una parte del control, pero no debemos olvidar que toda la población también participaba activamente en LA CONSTRUCCIÓN DEL TIEMPO, UN TIEMPO COTIDIANO QUE TENÍA QUE VER CON LAS ESTACIONES Y LOS CICLOS VITALES”.

EL TONALPOHUALLI: “CUENTA DE LOS DÍAS”, PARA LOS MEXICAS, fue un CALENDARIO MÍTICO O RELIGIOSO y, por lo mismo, “fue duramente atacado por los evangelizadores católicos que vinieron después de la Conquista, porque consideraban que eran cosas del diablo. Todas las deidades estaban relacionados con los días, a partir de ello, los sacerdotes mesoamericanos hacían predicciones, parecidas a los horóscopos, que asignaban días propicios y días nefastos”, indicó la historiadora.        

Para los habitantes del mundo occidental, abundó, “nos es un poco difícil CONCEBIR UN CALENDARIO QUE TE PERMITE PREDECIR EL FUTURO O DESCIFRAR SUEÑOS, así como las fechas compatibles para dar el nombre a un recién nacido o contraer matrimonio”.

Respecto de la importancia de estudiar este grupo de códices, Ana Díaz señaló que a pesar de sus diferencias en estilo pictórico y formas de lectura, tienen algo en común: EL  CALENDARIO DE 260 DÍAS, lo que nos permite afirmar que era usual en Mesoamérica.

“ESTE CALENDARIO SAGRADO convivía simultáneamente con otro de 365 días, y la interrelación de ambos FORMABA CICLOS DE 52 AÑOS, llamados por los nahuas como FUEGO NUEVO, algo que sucedía cuando LOS DOS CALENDARIOS, EL RITUAL Y EL CIVIL, COINCIDÍAN EN SU FECHA DE INICIO.

LOS CÓDICES PREHISPÁNICOS DEL GRUPO BORGIA —nombre con el cual se les conoce desde el siglo XIX en honor al códice que perteneció al cardenal italiano Stefano Borgia, hasta su adquisición por la Biblioteca Vaticana— son “un repertorio que permite acercarnos al pensamiento de los usuarios de estos singulares objetos y conocer nuevas maneras de expresión y otras formas de conocimiento”.

El taller “La cuenta del tiempo en los Códices del Grupo Borgia” comenzará este sábado 7 de abril, con LA INTRODUCCIÓN AL CONOCIMIENTO DE LOS CALENDARIOS DEL CENTRO DE MÉXICO Y CÓDICES DEL GRUPO BORGIA, así como al estudio del Códice Cospi. Proseguirá, en la segunda sesión, con los códices Fejérvary-Mayer y Laud; las dos últimas sesiones se enfocarán a los códices Borgia y Vaticano B, primera y segunda partes.


domingo, 1 de julio de 2012

UN DISCURSO PREHISPÁNICO ALUSIVO AL MITO DEL NACIMIENTO DE HUITZILOPOCHTLI


25 LÁPIDAS DE TEZONTLE DE MÁS DE 550 AÑOS

En una franja de piso ubicada frente a los vestigios del Templo Mayor, en el Centro Histórico de la ciudad de México, se hallaron 23 lápidas de tezontle de más de 550 años de antigüedad, con representaciones de serpientes, cautivos, ornamentos y guerreros, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En un comunicado, se detalló que de acuerdo con investigaciones de los arqueólogos, las losas "forman un discurso prehispánico relacionado con los mitos del nacimiento de Huitzilopochtli, dios mexica de la guerra, y con el del origen de la Guerra Sagrada de esa antigua cultura".

El hallazgo, que se ubicó con dirección a lo que fue el adoratorio de esa deidad, se registró a finales del año pasado por especialistas del INAH en la Plaza Manuel Gamio, junto a la plataforma circular decorada con cabezas de serpientes descubierta en septiembre de 2011.

"Los vestigios prehispánicos son de gran valor arqueológico porque es la primera ocasión en que se encuentran, dentro de lo que era el recinto sagrado de Tenochtitlán, gran cantidad de lápidas dispuestas expresamente, a manera de documento iconográfico, para crear un discurso que narra ciertos mitos de esta antigua civilización", explicó Raúl Barrera, arqueólogo responsable de las excavaciones.

El especialista indicó que, de manera preliminar, se considera que tanto las lápidas como el piso de andesita rosa y lajas de basalto (de 16.7 metros de largo y 3.3 de ancho) donde están colocadas, corresponden a la etapa constructiva IV del Templo Mayor, que se edificó de 1440 a 1469, durante el gobierno del tlatoani Moctezuma I.

“Los documentos Historia general de las cosas de la Nueva España, de Bernardino de Sahagún, así como Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, escrito por Diego Durán, y los códices Boturini y Chimalpopoca, que refieren a los mitos del nacimiento de Huitzilopochtli y del origen de la Guerra Sagrada entre los mexicas, sugieren que las imágenes talladas en estas 23 lajas de tezontle rojo y gris –cuyas dimensiones en promedio son de 50 centímetros de alto y 40 de ancho– están relacionadas con dichas narraciones mitológicas”, agregó Barrera.





 
Las imágenes en relieve que presentan las lápidas aluden a ocho serpientes con las fauces abiertas, de las cuales se puede apreciar la lengua bífida y en la parte inferior el crótalo. También está presente la representación de un escudo de guerra o chimalli, con figuras de caracoles y cuentas de piedra, dardos en dirección a la parte inferior y trazos que quizá simbolicen chorros de sangre, detallaron Lorena Vázquez y Rocío Morales, arqueólogas que participan en la investigación.

Otras de las imágenes grabadas en las lápidas son un dardo con representación de humo hacia los lados, frente al cual se halló una punta de flecha de obsidiana, así como un guerrero estelar ataviado que porta en una mano su chimalli y en la otra un lanzadardos, arma con la cual Huitzilopochtli venció a Coyolxauhqui, así como relieves de ornamentos característicos de esta diosa, como una nariguera y una orejera.

Una lápida más tiene grabada la figura de un cautivo arrodillado con las manos atadas por la espalda, que posiblemente está hablando, pues frente a su boca está la figura de una vírgula; se aprecia la talla de una lágrima cayendo de su ojo.

En otra de las piezas prehispánicas se observa el rostro de perfil de un decapitado que lleva un tocado de plumas y una orejera, además de representaciones de ornamentos, como un rosetón adornado con plumas y una flor cortada de manera transversal.

"Algunas de las lajas tienen a los costados las representaciones de círculos, a manera de numerales, que posiblemente aludan a fechas calendáricas. Sin embargo, se continúa con los estudios para determinar si efectivamente indican alguna fecha", precisó Lorena Vázquez.

Los especialistas del INAH comentaron que el hallazgo ocurrió durante los trabajos de supervisión arqueológica de las obras de adecuación que se realizan para la creación de un nuevo acceso al Museo de Templo Mayor.

El arqueólogo Raúl Barrera concluyó que una vez terminados los trabajos de sondeo, para determinar la existencia de algún tipo de ofrenda debajo de las lápidas, así como las labores de limpieza y restauración en las lajas, se colocará un piso de cristal para que los visitantes puedan admirar la magnificencia de esos 23 relieves del siglo XV.